Tecnología digital y salud pública: hacia una prevención más inteligente y personalizada

30/07/2025.- La integración de la tecnología digital en la salud pública está transformando la forma en que prevenimos enfermedades y promovemos el bienestar. Hablamos con el Dr. Ignacio del Arco Herrera, miembro del Comité Científico de la Fundación Economía y Salud y de la Red Española de Alfabetización para la Salud, para explorar cómo la tecnología digital impulsa una salud pública más eficiente, inteligente, precisa y personalizada, adaptada a las necesidades individuales y colectivas.

En los últimos años se habla mucho de la transformación digital de la sanidad, pero ¿cómo está impactando realmente la tecnología en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades?

Estamos en un momento de cambio estructural. Las tecnologías digitales han dejado de ser meros complementos para convertirse en auténticas palancas de transformación. En promoción de la salud, por ejemplo, ya se está empleando la inteligencia artificial (IA) y el análisis de datos masivos para identificar poblaciones de riesgo y personalizar campañas educativas. Aplicaciones móviles, wearables y plataformas digitales están empoderando a la ciudadanía para tomar decisiones más saludables, medir su actividad física, mejorar su alimentación o controlar su salud mental.

En prevención, la capacidad de detectar señales tempranas de enfermedad a través de dispositivos inteligentes y sistemas de cribado digital ha mejorado notablemente. Un buen ejemplo son los algoritmos que analizan datos de relojes inteligentes para detectar arritmias o patrones de sueño que pueden estar relacionados con trastornos como la apnea.

Las tecnologías digitales han dejado de ser meros complementos para convertirse en palancas de transformación. En promoción de la salud, ya se está empleando la inteligencia artificial (IA) y el análisis de datos masivos para identificar poblaciones de riesgo y personalizar campañas educativas.

 

Y en el ámbito de la protección de la salud, ¿cómo ayudan estas herramientas?

La protección de la salud incluye acciones como el control de brotes epidémicos, la seguridad alimentaria o la vigilancia ambiental. Aquí, la tecnología juega un papel crucial. Plataformas de vigilancia epidemiológica alimentadas por datos en tiempo real —provenientes de centros de salud, laboratorios, redes sociales o incluso sensores ambientales— permiten detectar anomalías rápidamente.

Durante la pandemia de COVID-19, ya vimos cómo las herramientas digitales facilitaron el rastreo de contactos, el seguimiento de síntomas y la gestión de cuarentenas. A partir de esa experiencia, se han desarrollado sistemas más robustos y respetuosos con la privacidad que pueden aplicarse a futuras amenazas sanitarias.

 

Uno de los grandes retos actuales es la alfabetización en salud. ¿Puede la tecnología ayudar a mejorarla?

Sin duda. La alfabetización en salud, es decir, la capacidad de las personas para acceder, comprender y utilizar información para tomar decisiones sobre su salud, es clave para la equidad. Las tecnologías digitales ofrecen una oportunidad única para mejorarla, siempre que se diseñen con enfoque inclusivo.

Existen ya plataformas que adaptan la información médica a distintos niveles de lectura, traducciones automáticas para comunidades migrantes o asistentes virtuales que responden preguntas en lenguaje natural. También se están usando juegos serios (serious games) y realidad virtual para educar en temas como nutrición, sexualidad o consumo de sustancias en jóvenes.

Pero debemos tener cuidado con la brecha digital: no todas las personas tienen el mismo acceso o habilidades digitales, y eso puede aumentar las desigualdades.

La alfabetización en salud, es decir, la capacidad de las personas para acceder, comprender y utilizar información para tomar decisiones sobre su salud, es clave para la equidad. Las tecnologías digitales ofrecen una oportunidad única para mejorarla, siempre que se diseñen con enfoque inclusivo.

 

Eso en lo relativo a dimensión individual de la alfabetización en salud, pero ¿qué hay de la llamada alfabetización para la salud organizacional? ¿Qué significa y cómo se relaciona con la transformación digital?

Es un concepto fundamental, aunque menos conocido. La alfabetización para la salud organizacional se refiere a la capacidad de las instituciones, como hospitales, centros de salud o servicios públicos, para facilitar que las personas comprendan, accedan y utilicen la información de salud de forma eficaz. No se trata solo de informar, sino de cómo diseñamos entornos, procesos y servicios para que sean comprensibles, accesibles y navegables.

Aquí es donde la transformación digital puede jugar un papel decisivo. Por ejemplo, mediante portales digitales que presenten la información clínica en lenguaje claro, que vinculan recursos disponibles online en función las necesidades personales el paciente, sistemas de cita previa y de acceso a la historia clínica intuitivos o aplicaciones que guíen al paciente en su recorrido asistencial. Pero también mediante la formación del personal en comunicación digital o el rediseño de documentos administrativos con criterios de legibilidad y accesibilidad.

Una organización “alfabetizada en salud” no traslada la carga al paciente, sino que asume la responsabilidad de facilitar la comprensión. Y eso no solo mejora la experiencia del usuario, sino también los resultados clínicos, la adherencia terapéutica y la eficiencia del sistema. En la era digital, esta alfabetización organizacional es más importante que nunca.

 

¿Qué papel tienen los gestores sanitarios en la adopción de estas tecnologías?

Son actores fundamentales. No solo porque tienen capacidad de decisión presupuestaria y estratégica, sino porque pueden impulsar un cambio cultural en sus organizaciones. Para que la tecnología funcione, debe integrarse en los procesos clínicos y de salud pública, respetar la ética y la privacidad, y tener una utilidad clara para profesionales y pacientes.

Los gestores deben fomentar entornos colaborativos donde tecnólogos, profesionales sanitarios, epidemiólogos y ciudadanía trabajen juntos desde la fase de diseño. Además, es crucial invertir en formación continua y en infraestructuras digitales sólidas. La salud digital no va solo de aplicaciones móviles, sino de cambiar la forma en que pensamos, planificamos y actuamos en salud.

 

Una organización “alfabetizada en salud” no traslada la carga al paciente, sino que asume la responsabilidad de facilitar la comprensión. Eso no solo mejora la experiencia del usuario, sino también los resultados clínicos, la adherencia terapéutica y la eficiencia del sistema. En la era digital, esta alfabetización organizacional es más importante que nunca.

 

¿Hacia dónde se dirige el futuro de la salud pública digital?

Vamos hacia una salud pública más proactiva, personalizada y basada en datos. Veremos cada vez más sistemas predictivos que anticipan brotes, algoritmos que recomiendan intervenciones comunitarias específicas o plataformas que integran datos clínicos, sociales y ambientales para tomar decisiones más informadas.

También será clave la gobernanza de datos: necesitamos marcos claros para compartir información de forma segura y ética entre instituciones y territorios. Y no debemos olvidar la dimensión humana: la tecnología debe estar al servicio de las personas, no sustituirlas. El futuro pasa por combinar inteligencia artificial con inteligencia emocional, y datos masivos con escucha activa.

Este enfoque de salud pública predictiva y personalizada a nivel poblacional marcará una diferencia enorme en los próximos años. Nos aleja de la lógica reactiva y nos acerca a una prevención verdaderamente inteligente y transformadora. Creo firmemente que, si lo hacemos bien, la salud digital será una herramienta poderosa para mejorar vidas y reducir desigualdades.

 

Para terminar, ¿puede darnos un ejemplo inspirador de cómo la tecnología ha mejorado la salud pública recientemente?

Claro. En varias ciudades europeas se están usando modelos predictivos de calidad del aire vinculados a sistemas de alerta para personas con enfermedades respiratorias. Estas alertas se integran en sus teléfonos móviles o relojes inteligentes y les avisan si es mejor quedarse en casa, modificar la ruta para ir al trabajo o usar mascarilla. Además, estos datos se comparten con las autoridades locales para tomar decisiones urbanísticas más saludables. Es un buen ejemplo de cómo la tecnología conecta la salud individual con el entorno y la acción colectiva.

En una línea similar, también se ha dado a conocer recientemente un proyecto del Ministerio de Sanidad para poner en marcha en España un sistema de vigilancia sobre la red nacional de aguas residuales y a tiempo real para detectar posibles amenazas epidemiológicas, que servirá como complemento a los sistemas de vigilancia clínica y que puede ser útil para alertar y monitorizar la presencia de patógenos en una población antes incluso de se hayan producido manifestaciones en los pacientes.

Lo realmente inspirador de estas iniciativas, es que se irán integrando hacia el uso de modelos digitales gemelos —lo que se conoce como digital twins— aplicados a ciudades enteras y sistemas de salud. Se están desarrollando réplicas virtuales de entornos urbanos que integran datos en tiempo real sobre movilidad, contaminación, clima, comportamiento poblacional y servicios sanitarios. Esto permite simular escenarios complejos, como una ola de calor, un brote infeccioso o la apertura de un nuevo centro de salud, y ver cómo afectarían a la salud pública.

Y no es una cuestión “futurista”, en Singapur se ha generado un gemelo digital completo, con todos los edificios, carreteras y otros elementos del urbanismo del país mapeados digitalmente. También en diferentes ciudades de Finlandia se está trabajando en esta evolución de las “Smart-cities” y en Helsinki, por ejemplo, se han modelado digitalmente distintos barrios para evaluar el impacto de intervenciones urbanísticas en la salud cardiovascular de la población.

Este enfoque de salud pública predictiva y personalizada a nivel poblacional marcará una diferencia enorme en los próximos años. Nos aleja de la lógica reactiva y nos acerca a una prevención verdaderamente inteligente y transformadora.

Creo firmemente que, si lo hacemos bien, la salud digital será una herramienta poderosa para mejorar vidas y reducir desigualdades.