16/10/2025.- La Cátedra de Gestión Innovadora para la Salud, impulsada por la Fundación Economía y Salud, inicia su andadura para enfrentar los grandes retos del sector sanitario. Un espacio académico, estratégico y práctico para repensar los sistemas sanitarios, que se inspira en casos y modelos de éxito internacional para generar soluciones adaptadas a los contextos locales, con una premisa clara: innovar para humanizar y transformar.
Desde esta premisa, la Cátedra abarca diez áreas de enfoque en las que profundizamos a través de esta serie de publicaciones titulada «La Cátedra GIS-FES a fondo».
En este capítulo, conocemos el Área 10. Modelos de Gobernanza Sanitaria», cuyo responsable es Jeffrey V. Lazarus, director del Global Think-tank on Steatotic Liver Disease y Graduate School of Public Health and Health Policy. En este área, colabora Lorena Dini, jefe del Grupo de Trabajo de Investigación e Innovación en Políticas y Sistemas de Salud en la Charité – Universidad de Medicina de Berlín.
Gobernanza: la cadena que sostiene los sistemas sanitarios
La gobernanza de la salud es esencial porque articula la forma práctica de promover y proteger la salud de todas las personas, sobre la base de la transparencia, la rendición de cuentas, la participación ciudadana y la evidencia científica.
Cuando estos marcos y políticas no existen o no se aplican, las disparidades e inequidades en salud se profundizan, alimentando un círculo vicioso que limita las oportunidades de las personas y las priva de su derecho a una vida de calidad y bienestar.
Podemos decir que la gobernanza de la salud funciona como una larga cadena que sostiene a los sistemas sanitarios en la eficiencia, la justicia social y el desarrollo sostenible. Pero esta cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Así, cuando no hay consenso sobre los enfoques en materia de salud —ya sea a nivel local, nacional o internacional— existe el riesgo de que se rompa, siendo las personas más vulnerables y marginadas las principales afectadas.
La gobernanza no tiene solo una dimensión nacional, sino también europea e incluso mundial, y sus errores o limitaciones pueden manifestarse en distintos niveles. Un ejemplo claro es la esteatosis hepática metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés). Se estima que esta enfermedad afecta a una de cada tres personas adultas en el mundo. Sin embargo, junto con su forma más grave, la esteatohepatitis metabólica (MASH), sigue siendo un punto ciego en la agenda global de las enfermedades no transmisibles, alimentando la crisis de salud metabólica vinculada a la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Este es solo un ejemplo de las áreas de mejora existentes en la gobernanza, tanto a nivel global —la Organización Mundial de la Salud aún no ha reconocido formalmente esta enfermedad dentro de sus políticas— como a nivel nacional y local, donde la mayoría de las ciudades tampoco la incluyen en sus planes de acción en salud. Como consecuencia, este error de gobernanza supone una amenaza que representa para la salud pública impacta de manera continua, incremental y evitable, con efectos negativos tanto en la economía como en la calidad de vida de las personas.
El papel de la gobernanza en la aplicación de políticas sanitarias
La gobernanza en salud desempeña un papel fundamental en la definición y aplicación de políticas sanitarias a distintos niveles, al coordinar a diversos actores bajo un enfoque de todo el gobierno y de toda la sociedad, y al garantizar un uso óptimo y equitativo de los recursos.
Su impacto es y será decisivo, pues evita duplicidades, promueve la eficiencia, impulsa la prevención y facilita una atención equitativa, contribuyendo así a mejores resultados en salud y a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios.
Avances y logros significativos en sostenibilidad financiera
En los últimos años, la gobernanza de la salud ha registrado avances notables en diversos frentes, podemos enumerar algunos de ellos:
- La creación del Espacio Europeo de Datos de Salud (EHDS) marca un hito en la gobernanza digital, al establecer normas comunes para el intercambio seguro de datos, proteger la privacidad y fomentar la innovación.
- Progresos en la reducción e incluso eliminación de enfermedades transmisibles, gracias a la coordinación internacional, las campañas de vacunación y la mejora de la vigilancia epidemiológica. Asimismo, se ha reforzado la orientación hacia la equidad mediante políticas intersectoriales como “Health in All Policies”, que integran la salud en ámbitos como el transporte o el medio ambiente.
- La transparencia en la toma de decisiones ha mejorado gracias a sistemas de datos más robustos y a plataformas que permiten comparar políticas entre países.
- La experiencia de la pandemia de COVID-19 impulsó marcos de preparación y respuesta más sólidos, fortaleciendo la cooperación global ante emergencias sanitarias.
Si no somos cuidadosos, la noble política sanitaria puede quedar sometida a los vaivenes de líderes políticos, ignorando las verdaderas necesidades de salud de la población. Estos retos también representan oportunidades para escuchar las preocupaciones de las comunidades y para mejorar las estructuras de gobernanza
Retos y oportunidades para la gobernanza sanitaria
Uno de los retos más preocupantes en materia de gobernanza de la salud es la insuficiente inversión en iniciativas e infraestructuras globales que permitan una respuesta más coordinada y equitativa frente a los grandes desafíos sanitarios actuales y futuros.
Hemos comprobado que los recortes o la falta de participación de determinados países pueden socavar los avances logrados y conducir a peores resultados en salud a escala mundial, especialmente para las poblaciones más vulnerables y marginadas.
Otro desafío estrechamente relacionado es la politización de la salud. La influencia de intereses partidistas —nacionales o locales— puede obstaculizar la adopción o la implementación de determinadas políticas sanitarias, priorizando el atractivo electoral sobre las recomendaciones de los expertos y la evidencia científica.
Si no somos cuidadosos, la noble política sanitaria puede quedar sometida a los vaivenes de líderes políticos, ignorando las verdaderas necesidades de salud de la población.
Aun así, estos retos también representan oportunidades: oportunidades para escuchar auténticamente las preocupaciones de las comunidades y para mejorar las estructuras de gobernanza.
La gobernanza de la salud no es perfecta ni estática; requiere una evaluación constante de sus áreas de mejora e innovación continua, para introducir los cambios necesarios que le permitan cumplir su objetivo esencial: promover y proteger la salud de todas las personas.





