La salud digital abre el camino a la medicina del futuro: más sostenible y eficiente

07/10/2025.- La Organización Mundial de la Salud considera la «salud digital» un factor clave para garantizar la cobertura sanitaria universal, proteger frente a emergencias sanitarias y mejorar el bienestar de la población. En la Era Digital, algo tan importante para todas las personas como es la salud, no puede quedar al margen. La salud se transforma en digital con herramientas nuevas que marcan el camino que ha de seguir la medicina y la gestión sanitaria.

Para tratar de este tema entrevistamos a José Ignacio Nieto García, ex-Consejero de Salud (2006-2011) y de Salud y Servicios Sociales (2011-2015) en el Gobierno de La Rioja y miembro del Comité Científico de la Fundación Economía y Salud. Recientemente, ha presentado su blog «¿Dónde está la Salud Digital?» en el que reflexiona sobre la importancia de implantar la salud digital entre todos los agentes implicados en la sanidad.

 

¿Por qué es importante introducir el concepto de salud digital en los sistemas sanitarios?

Más que importante, diría que resulta imprescindible en estos momentos. Me atrevo a decir que sin salud digital no hay futuro para los sistemas sanitarios. No podrán desarrollarse y no podrán subsistir. La salud digital no es solo un concepto, es toda una revolución cultural dotada de potentes y novedosas herramientas digitales. No se trata de una fórmula alternativa, que podemos elegir, sino que va a ser (por no decir que ya es) la única forma en que se va a prestar la atención sanitaria.

A día de hoy, podemos imaginar practicar la medicina y atender a las personas utilizando medios arcaicos, tradicionales, en lugar de hacerlo con los actuales y correctos. Nos imaginamos una intervención quirúrgica sin anestesia, o tratar una fractura sin una prueba de diagnóstico por imagen, o una auscultación sin fonendoscopio, etc. Incluso en esos casos, estamos hablando de soluciones que se están quedando en el pasado, que necesariamente hemos de superar y sustituirlas por otras de la era digital.

No sólo se trata de incluir conceptos, sino de introducir la cultura de la salud digital en los sistemas, sin la cual no hay perspectivas de futuro. No podrá subsistir ningún sistema sanitario que se pretenda quedar al margen de la salud digital. Los profesionales que utilizan las herramientas digitales son mejores profesionales, están más formados y capacitados, por lo que van a establecer diferencias respecto a los se queden atrás y no formen parte de la salud digital.

 

Sin salud digital no hay futuro para los sistemas sanitarios. Es una revolución cultural dotada de potentes y novedosas herramientas digitales y ningún sistema sanitario que se quede al margen podrá subsistir sin formar parte de esta transformación.

 

En la situación actual del Sistema Nacional de Salud, ¿cuáles son las principales fortalezas, debilidades y retos que se podrían abordar mejor a través de la salud digital?

El SNS no está pasando por sus mejores momentos. Se enfrenta a una presión creciente, con más pacientes crónicos y un envejecimiento poblacional acelerado, además de otros problemas importantes que no acaban de solucionarse, en mi opinión porque no se están abordando desde la perspectiva adecuada ni con los medios y procedimientos más pertinentes.

Por ello, la tecnología ha dejado de ser una opción de futuro para convertirse en una necesidad urgente. La salud digital en general y la inteligencia artificial (IA) en particular, están transformando la forma en que diagnosticamos, tratamos y gestionamos la salud. La única forma de solventar esos problemas, algunos ya crónicos, no es sólo a base de dinero y personas, que sin duda son necesarias.

Las soluciones deben buscarse y adoptarse dentro de la cultura de salud digital. Hace falta imbuirse en ella, no solo por nuestros profesionales, que necesitan la formación adecuada, sino también por los gestores y por los políticos que deben tomar las decisiones de ese orden. La salud digital no es sólo aplicable a la práctica de la medicina (prevención, diagnóstico, tratamiento…) también la gestión sanitaria tiene que adecuarse a ella a todos los niveles, y por supuesto las relaciones de los sanitarios con los pacientes y de estos con el sistema.

Por tanto, la respuesta es que sin salud digital no van a existir soluciones a los problemas existentes. Y lógicamente, esto no solo aplicable al sistema público, sino para todo el sistema sanitario español, incluida la sanidad privada, que ciertamente se encuentra algo más avanzada en estos aspectos.

 

La tecnología ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad urgente en el presente. Las soluciones deben buscarse y adoptarse dentro de la cultura de salud digital, no solo por nuestros profesionales, que necesitan la formación adecuada, sino también por los gestores y por los políticos que deben tomar las decisiones.

 

¿Hasta qué punto está desarrollada la salud digital en la práctica clínica y en las políticas sanitarias de España?

La salud digital se encuentra infradesarrollada y todavía escasamente utilizada en nuestro país. Queda mucho camino por recorrer, especialmente, si tenemos en cuenta que va a ser la única que exista en el futuro. Hay que señalar como nota positiva que la pandemia de COVID produjo un despertar, una eclosión de la salud digital. Se ha empezado a hablar abiertamente de ella, a reconocer sus virtudes, la necesidad de su utilización y los beneficios que produce en relación con la atención de los pacientes y en la gestión del sistema. Lo fundamental que se ha conseguido en estos años, es la participación de los profesionales en la práctica de la salud digital. Cada día son más los que la practican, aunque no debemos olvidar que el profesional que no se forme en salud digital, se quedará al margen del sistema en muy poco tiempo.

En cuanto a las políticas sanitarias, también empieza a estar presente la salud digital, pero sucede lo mismo que con los profesionales del sistema sanitario: o tenemos presente la salud digital a todos los niveles, o no se podrá hablar de verdaderas políticas sanitaria. España impulsa esta transformación a través del PERTE para la Salud de Vanguardia, que forma parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. En su Componente 16 incluye la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, con el propósito de construir un sistema sanitario más ágil, preciso y centrado en el paciente. Este modelo se apoya en la medicina personalizada, terapias avanzadas y, de forma decisiva, en la IA.

 

La salud digital se encuentra infradesarrollada y aún escasamente utilizada en España. La pandemia de COVID produjo un despertar en la necesidad de su utilización y sus beneficios en la atención de los pacientes y en la gestión del sistema. Ha incrementado la participación de los profesionales en la práctica de la salud digital, que es fundamental para que no se queden al margen del sistema en poco tiempo.

 

¿Cómo nos podemos dirigir de forma más eficiente a un modelo en el que la salud digital y la IA estén integradas para ser más eficientes y tomar mejores decisiones clínicas?

La salud digital ofrece con la IA soluciones frente a retos como la cronicidad, la sobrecarga profesional y la necesidad de personalización. Contribuye a automatizar tareas repetitivas, libera tiempo clínico, y hace un análisis predictivo de los resultados que permite un seguimiento más eficiente de pacientes crónicos. Forma ya parte activa de múltiples áreas dentro de la atención y la gestión sanitaria.

Un ejemplo destacado es el diagnóstico por imagen, donde algoritmos entrenados con millones de datos han demostrado una precisión excepcional al detectar anomalías, incluso antes de que sean perceptibles para el ojo humano. Otro campo en el que comienza a tener un impacto transformador es la personalización de tratamientos, al integrar información clínica, genética y de estilo de vida. Esto hace posible diseñar terapias verdaderamente adaptadas a cada paciente, lo cual no solo mejora los resultados médicos, sino que también minimiza efectos adversos y reduce costes innecesarios.

En cuanto a la toma de decisiones clínicas, la IA no reemplaza el juicio médico, sino que lo potencia. Los sistemas de apoyo ofrecen recomendaciones basadas en evidencia científica y datos en tiempo real, lo que permite priorizar intervenciones, disminuir errores y optimizar el uso de recursos. Asimismo, el seguimiento remoto de pacientes, especialmente aquellos con enfermedades crónicas, ha evolucionado gracias a la combinación de sensores conectados, plataformas de análisis y algoritmos de detección temprana. Esta
tecnología, permite monitorizar constantes vitales en tiempo real y generar alertas ante cualquier anomalía, mejorando la calidad de vida del paciente y reduciendo la presión sobre el sistema sanitario.

 

La IA ofrece soluciones frente a retos como la cronicidad, la sobrecarga profesional y medicina personalizada. Contribuye a hacer más eficiente la atención de los pacientes crónicos y ya forma parte activa de múltiples áreas dentro de la atención y la gestión sanitaria, ayudando a reducir la presión sobre el sistema y los costes innecesarios.

 

La salud digital, ¿realmente ayuda a solucionar los problemas existentes con eficiencia?

Desde luego que contribuye a la sostenibilidad del sistema mediante una gestión más eficaz y más eficiente de recursos, y una atención más rápida y precisa. Veamos algunas aplicaciones concretas que suponen oportunidades reales para abordar desafíos estructurales que arrastra el sistema:

Uno de los retos más acuciantes es el tratamiento de la cronicidad. El modelo actual, basado en visitas presenciales y seguimiento fragmentado, no es sostenible ante una población cada vez más envejecida y con múltiples patologías. Las soluciones de monitorización remota, combinadas con el análisis predictivo de todos los datos no sólo del paciente sino del Big Data sobre el que trabajamos, permiten un control más continuo, personalizado y eficiente de estos pacientes, reduciendo complicaciones y hospitalizaciones evitables.

A ello se suma la creciente sobrecarga de los profesionales. Un caso paradigmático es la estratificación de los pacientes en atención primaria, si pasamos de las herramientas analógicas a las digitales con toda su potencia, incluida la IA, podremos utilizarlas para la mejor gestión de los pacientes, mejor en eficacia y en eficiencia, que en lo mismo que decir en resultados y en costes. Automatizar tareas repetitivas permite liberar tiempo de los profesionales clínicos, que pueden dedicar más tiempo a la atención directa de los pacientes que la precisan.

La IA, apoyada en otras herramientas de la salud digital que nos permiten obtener los datos clínicos y comunicarnos con los pacientes, también responde a una demanda creciente de personalización. Esta solo es viable si se cuenta con herramientas tecnológicas capaces de procesar y contextualizar grandes volúmenes de información.

Más allá de la innovación clínica, también son claves para abordar la sostenibilidad, otro de los grandes retos de la sanidad, directamente relacionado con la eficiencia. La presión asistencial derivada de los problemas anteriormente glosados, hace necesario un nuevo modelo. Gracias a la automatización, la reducción de tiempos de espera, la mejora en la gestión de recursos y una atención más eficiente, las soluciones tecnológicas permiten hacer más con menos, manteniendo e incluso mejorando la calidad asistencial.

 

Potenciar la salud digital, contribuye a la sostenibilidad del sistema con una gestión más eficaz y más eficiente de recursos, y una atención más rápida y precisa. La presión asistencial derivada de los problemas y retos sanitarios, hace necesario un modelo nuevo con soluciones digitales que también mejoran la calidad asistencial.

 

Y por último, ¿cómo contribuye la transformación digital a mejorar la gobernanza y estrategia sanitaria?

La integración de tecnologías de Inteligencia Artificial es una realidad que exige confianza, seguridad y legitimidad. Como dije al principio, la inteligencia artificial no viene a sustituir al profesional sanitario, sino a amplificar su capacidad. Su potencial reside en ofrecer más precisión, más tiempo y mejores resultados en la actuación de los profesionales.

España está sentando las bases y ha empezado a trabajar con ese objetivo. Como comentaba, el PERTE de Salud de Vanguardia y la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, son una oportunidad única para construir un sistema sanitario más ágil, inteligente y centrado en las personas. Se está avanzando en la digitalización asistencial a través de registros de salud electrónicos, plataformas de salud y portales de pacientes, pero seguimos estancados en lo que podríamos considerar la base de la salud digital: aprovechar los datos y las nuevas tecnologías para generar los mecanismos y procedimientos que permita transformar la prestación de la atención sanitaria.

No es solo un reto tecnológico, sino también organizativo. La fragmentación del sistema, la falta de interoperabilidad, y la dificultad para escalar los avances que se producen a través de proyectos e innovaciones de carácter local o particular, hace que los denominados pilotos de numerosos startups que operan e innovan en el sector no se extiendan en el sistema, a pesar de que muchas veces consiguen avances con excelentes resultados.

En resumen, la transformación digital no es solo obtener datos y acumularlos en los Bigdata, sino que lo realmente importante es convertirlos en conocimiento clínico útil para mejorar la prevención, optimizar los recursos existentes y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes y de todas las personas. La sanidad pública y privada deben trabajar conjuntamente para conseguirlo, con objetivos y proyectos comunes, y aprendiendo la una de la otra. No hay tiempo que perder. La tecnología ya está aquí y el desafío ahora es integrarla con sentido, con ética y
con ambición de país.